sábado, 8 de diciembre de 2012

Un monstruo amordaza el pasado, venda sus ojos, lo magulla y lo abandona a su propio dolor.

Cierra, porque es pasado, la puerta de la pieza; dejando allí también parte de los labios y de los ojos.

Huye del rehén perseguidor y camina a tientas y aprisa por el pasillo infinito esta bestia medio cegada.

El despiadado pasado va anegándole el torso fétido. ¿Monstruosas las criaturas o los deseos?

Bajo las sucias zarpas, confuso amasijo de afectos. Mientras, ajena hiel permea su tórax calando hasta los huesos. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

Ligazón

Hay entre dos un liviano lazo en que fluyen las sombras que uno desviste, que las impurezas despojadas recorren y envician. Lo que en el lazo dejamos inunda al otro, nos acompaña al andar y nos asiste en las horas. Su desprendimiento sería tan grave como la pérdida de un trozo de cuerpo.
El lazo, siendo soga y agua estancada, es dulce abrazo portátil, conocido bastón con el que hemos aprendido que nuestro paso es seguro. Es desesperación vana, tortuosa duda, desconfianza fértil. Es dolorosa caricia, que en su fiero avance arrasa experiencias, y huella de la imposibilidad de querer sin preguntas.
¿Podría éste limpiarse, recobrar su inicial pureza, sin desatarse, sin distancia, sin detener su cauce infinito y bañándose en las propias aguas sucias?

domingo, 7 de octubre de 2012

Esto va a ser diferente, sin orden y sin valor, pero auténtico. Me expongo. Estoy cansada de ser la persona que soy. No me gusta cómo soy ni cómo me muestro, y esto último no es real. Algo ha hecho de mí una persona seria, que gusta de desmenuzar intimidades con elegidos, y quien disfruta de un extraño placer manteniendo secretos. Todo lo interior lo regalo a quien creo, y mientras, voy con cautela. Me place vivir algo que únicamente yo conozco, o también la persona con quien lo vivo.

Algo me ha convertido en una persona de enfados explosivos, que pocos conocen. Una persona orgullosa. Una persona que se enamora con una falta total de madurez, dicen. Cuando hablo contigo y teatralizo, siento que pongo voz real, que esta escena interpretada en la que ni siquiera pienso lo que digo es más cierta por lo que expreso, aunque se trate de una improvisación en la que quiero convencerte.

Yo no hubiese llegado de esta forma aquí si con trece años no hubiese dicho que me gustaba tu forma de escribir. Si no hubiesen llegado las cartas, ni hubiese ido un día entre semana a la exposición del Prado de esculturas griegas, donde te expliqué qué significaba horror vacui ante El descendimiento de Van der Weyden, o que las esculturas originalmente eran de colores. Hace cinco años. (Y quedarme en el suelo hablando de que estaba escondiendo mi propio dolor para no añadir más sufrimiento a mi alrededor, y que me dijesen que aquello era muy noble, lo cual no sólo dudo que lo fuese, sino que probablemente también me ha conducido a ser esta mentira). Si no hubiese acudido un mediodía lluvioso a la comida del Yin Yin, mientras me esperabas en el Botánico, insistiendo en ir a pie y en tu seguridad de que aquellas nubes no iban a descargar por el momento. Si hubiese hecho cualquier otra cosa, no estaría atrapada en el coche llorando, aparcada en el mismo sitio en el que te recuerdo mirándome.

domingo, 16 de septiembre de 2012

 
Cada noche me desnudo de esta mezcla de tu olor y el mío que me viste cada parte de piel, que me abraza la cintura, que nadie percibe. Cuando me tocan, no saben que hay otra piel debajo, no saben que hay dos olores subcutáneos que envolviéndose se extasían, se confunden y noche a noche se desprenden alejándose.
 
Dejo a mis pies esta mezcla que se detendría en mis formas. Dejo que caiga con suavidad acariciando mis muslos y se deslice hasta el suelo. Una frase, a veces una simple frase hace que la mezcla me recorra y me abrume, pero después sé qué necesito regalarme, necesito arrancarme, mudarme de piel, desunir esos olores.
 
A white blank page and a swelling rage, rage
You did not think when you sent me to the brink, the brink
You desired my attention but denied my affections, my affections


viernes, 7 de septiembre de 2012

Fermín

En aquellas cartas que rasgaba, lloraba, gemía, imprecaba, deprecaba, rugía, arrullaba; unas veces parecían aquellos regueros tortuosos y estrechos de tinta fina la cloaca de las inmundicias que tenía el Magistral en el alma: la soberbia, la ira, la lascivia engañada y sofocada y provocada, salían a borbotones, como podredumbre líquida y espesa. La pasión hablaba entonces con el murmullo ronco y gutural de la basura corriente y encauzada. Otras veces se quejaba el idealismo fantástico del clérigo como una tórtola; recordaba sin rencor, como en una elegía, los días de la amistad suave, tierna, íntima, de las sonrisas que prometían eterna fidelidad de los espíritus; de las citas para el cielo, de las promesas fervientes, de las dulces confianzas; recordaba aquellas mañanas de un verano, entre flores y rocío, místicas esperanzas y sabrosa plática, felicidad presente comparable a la futura.

La Regenta, Leopoldo Alas Clarín. 

Fermín, alguna mañana tengo ese ahogo, esa ansiedad imprecisa que al disiparse deja sólo cansancio del alma. Y la tranquilidad impuesta, desmadejada, en perfecta atonía y aislada del mundo me pesa. Hago proyectos, muevo hilos, nuevas sonrisas me tientan; avanzo con gran debilidad y me doy cuenta: demasiado daño fue necesario para provocar mi cierre.

jueves, 23 de agosto de 2012

Hay en una oscuridad de océano nocturno y en calma un dolor de estómago que es llanto enlatado o pirañas.
No ser ni existir, reducirse a vacío, es deseo de anorexia, de no albergar nada en las entrañas. El cuerpo que rechaza digerirlo empequeñece, atragantado de sentimientos nobles que se revuelven hasta la náusea. El cuerpo enferma y la cabeza, que no encuentra el vacío, huye.

Es ese deseo de ser sólo los nudos del estómago, de sumergir la consciencia en los entresijos... Casi hace que el cuerpo olvide que el llanto desata la espinosa lazada.

jueves, 2 de agosto de 2012

Imperio de las emociones


Entregada a la vida del subsuelo, supe arrastrar mis emociones a ciegas por los túneles, palpando el deseo o la tristeza con los dedos; orgullosa de tan mezquino mérito y torpe avance. Hice brotar una vida a medias, y fui de las personas cuya contención protege e incomoda. Contención cuyo absurdo halo era de misterio, sin haber nada que descubrir que yo ocultase; y cuya falsa imagen mostraba frialdad lejana y distante. Esa torpe dureza, ese afán por el ocultamiento y la represión, me alejaron del mundo, me ataron a mi miedo e hicieron más poderosos mis deseos; para los que necesité más fuertes cadenas, mayor dureza.
Quienes ahora me observan, es posible que perciban en mí desconfianza, decisión y control, pero el precio a no abandonarme es que las mismas emociones y deseos subyugados huyan, desmenuzados ante mi poder, convertidos en polvo. Pocas veces logro aprender a desasirme, como ayer, cuando pude sin saber cómo ser una de esas personas expansivas, cuya compañía agrada, tranquiliza y cuya alegría contagia.
Pero hay algunas emociones, al menos unas pocas, que no desearía que desaparecieran, cuyo peso vale su dolor. No desearía que, por este esfuerzo, el mejor lugar que conozco empezara a ser un lugar más; prosaico y sin gracia. Que por desear que no duela estar allí, lograra que pasase a ser sólo estar en los brazos de alguien que una vez quise.

lunes, 30 de julio de 2012

Ana

"Nunca, nunca accedería ella a satisfacer las ansias que aquellas miradas le revelaban con muda elocuencia; sería virtuosa siempre, consumaría el sacrificio, su don Víctor y nada más, es decir, nada; pero la nada era su dote de amor. ¡Mas renunciar a la tentación misma! Esto era demasiado. La tentación era suya, su único placer. ¡Bastante hacía con no dejarse vencer, pero quería dejarse tentar!
La idea de que Mesía nada esperaba de ella, ni nada solicitaba, le parecía un agujero negro abierto en su corazón que se iba llenando de vacío. <<¡No, no; la tentación era suya, su placer el único! ¿Qué haría si no luchaba? Y más, más todavía, pensaba sin poder remediarlo, ella no debía, no podía querer; pero ser querida ¿por qué no?>>."

La Regenta, Leopoldo Alas Clarín.


miércoles, 25 de julio de 2012

3.9.11

Porque sé que al sacudir la tormenta
sólo encontré a un hombre derruido
bajo la única convicción de su pasado,

si he de rescatar vestigios o ruinas
que sea restallándolos
en ese impulso feroz
y ciego que me lleva a tus labios;

que sea devastando,
crepitando en astillas de fuego
la memoria herida y anhelante.  

jueves, 19 de julio de 2012

El cambio de tus ojos

Puedo salvar de esto cuatro palabras mientras nos precipitamos hacia el suelo. Cuatro palabras que te oí pronunciar sonriendo a las dos de la mañana, frente al Ejército del Aire, la noche lluviosa que perdí intencionadamente el bus de vuelta a casa. “Sí, no, no sé.”

El cambio de tus ojos me llegó como epístola nocturna: fui avisada de un dulce peso que nuevamente recorría mi cuerpo sin saberlo, y mi patrón de contención quiso sepultarlo entre piel y huesos. Quise ignorarlo y entonces lo vi, mientras caía la tarde y la luz de la lámpara individual de la biblioteca delimitaba tu contorno de tiniebla. Era un cambio acuoso trenzado de hilos verdes, una tristeza derretida y voluptuosa; cubierta en niebla. Era un cambio constante, una corriente apacible y verdeazulada que como vidrio ondulaba la distancia.
Aquel cambio de tus ojos, aquella tristeza tuya para la que yo creía tener el consuelo necesario, vino acompañada por un tímido rubor inicial, una corriente de calor que prendía mi sangre y me asaltaba en tu presencia inesperadamente. Entonces, el flujo de tus ojos alcanzaba pleamar.
De todo ello conservaré numerosos recuerdos maravillosos con una persona única. Pero en nuestra vertiginosa caída hacia el suelo tú salvas únicamente cuatro palabras de avance circular. ¡Es inconcebible estar tan estancados en un descenso tan desenfrenado! A esta velocidad violenta apenas puedo asegurarme de haber visto una sombra en el bosque de tus ojos. Escucho tus palabras y no tengo tiempo de tener un ataque de ansiedad. No tengo tiempo de lamentarme y arrancarme las lágrimas de los ojos. Estamos tan cerca del suelo… y éstas son tus últimas palabras. Y yo las creo justo antes de colisionar brutalmente contra el suelo.
Alineo en estos pasos un golpe de tiempo
             un avance vertical:
avance al Norte, faro vigía.
Su latido de luz bajo mi pecho
atalaya en avance horizontal
lado a lado la memoria.
Tu constante búsqueda,
la memoria compartida,
ciego avance unido;
progresión sin rumbo.
            Este avance circular
hacia tu búsqueda y la memoria.

sábado, 14 de julio de 2012


Mi absoluta ignorancia hacia lo que pasó, y mi seguridad ante mis actos, me hizo pasar sobre nosotras con el respeto y el cuidado del que sólo tiene el trabajo de asumir. Una persona que sólo persigue la desgracia tiene la obligación de deshacerse de las personas que la llevan sobre sus espaldas. Yo sólo era un impedimento más en tu deseo de llegar a estar completamente sola.
Ignoro si las personas que te rodean ahora te hacen algún bien o has elaborado otro laberinto de espinas, pero sé que todavía no eres feliz. Lamento que todo haya acabado en asustarme cada vez que me cruzo con una chica con un pelo parecido al tuyo, o que yo sea una persona con la que ni siquiera quieres pararte a hablar por  la calle. Yo ya no puedo verte con claridad. No quiero. Prefiero ver esta imagen desdibujada tuya: la de la egoísta, la de una persona que se autoproclama víctima y se margina. Ni siquiera te has molestado en buscarme y prefiero pensar en el dolor que nos hemos hecho. No hablo de ti a casi nadie y me pesa tu actitud de mártir.  Después de ti tuve miedo de perder en adelante y para siempre mi risa pura. La habías ensuciado: estallaba lacerando como chispa en mis labios, ardiendo enfangaba mi lengua y se hundía en mi pecho con un peso de amargura.
Yo mantuve tus secretos, te animé lo inimaginable, aguanté tus injustificados ataques. Te defendí ante todos y respeté tu decisión de aislarnos. Pero si algo creo ahora es que no quiero subordinarme nunca, no quiero volver a ser el apoyo de nadie que después desaparezca como un perro callejero. Mi deseo es recordarte por lo malo.