El
cambio de tus ojos me llegó como epístola nocturna: fui avisada de un dulce peso
que nuevamente recorría mi cuerpo sin saberlo, y mi patrón de contención quiso
sepultarlo entre piel y huesos. Quise ignorarlo y entonces lo vi, mientras caía
la tarde y la luz de la lámpara individual de la biblioteca delimitaba tu
contorno de tiniebla. Era
un cambio acuoso trenzado de hilos verdes, una tristeza derretida y voluptuosa;
cubierta en niebla. Era un cambio constante, una corriente apacible y verdeazulada que como
vidrio ondulaba la distancia.
Aquel
cambio de tus ojos, aquella tristeza tuya para la que yo creía tener el
consuelo necesario, vino acompañada por un tímido rubor inicial, una corriente
de calor que prendía mi sangre y me asaltaba en tu presencia inesperadamente. Entonces,
el flujo de tus ojos alcanzaba pleamar.
De
todo ello conservaré numerosos recuerdos maravillosos con una persona única.
Pero en nuestra vertiginosa caída hacia el suelo tú salvas únicamente cuatro
palabras de avance circular. ¡Es inconcebible estar tan estancados en un descenso
tan desenfrenado! A esta velocidad violenta apenas puedo asegurarme de haber visto
una sombra en el bosque de tus ojos. Escucho tus palabras y no tengo tiempo de
tener un ataque de ansiedad. No tengo tiempo de lamentarme y arrancarme las
lágrimas de los ojos. Estamos tan cerca del suelo… y éstas son tus últimas
palabras. Y yo las creo justo antes de colisionar brutalmente contra el suelo.
Jo, en las opciones podrías haber puesto "enternecedor" o "bonito"...
ResponderEliminarAhora mucho mejor... ^^
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