domingo, 7 de octubre de 2012

Esto va a ser diferente, sin orden y sin valor, pero auténtico. Me expongo. Estoy cansada de ser la persona que soy. No me gusta cómo soy ni cómo me muestro, y esto último no es real. Algo ha hecho de mí una persona seria, que gusta de desmenuzar intimidades con elegidos, y quien disfruta de un extraño placer manteniendo secretos. Todo lo interior lo regalo a quien creo, y mientras, voy con cautela. Me place vivir algo que únicamente yo conozco, o también la persona con quien lo vivo.

Algo me ha convertido en una persona de enfados explosivos, que pocos conocen. Una persona orgullosa. Una persona que se enamora con una falta total de madurez, dicen. Cuando hablo contigo y teatralizo, siento que pongo voz real, que esta escena interpretada en la que ni siquiera pienso lo que digo es más cierta por lo que expreso, aunque se trate de una improvisación en la que quiero convencerte.

Yo no hubiese llegado de esta forma aquí si con trece años no hubiese dicho que me gustaba tu forma de escribir. Si no hubiesen llegado las cartas, ni hubiese ido un día entre semana a la exposición del Prado de esculturas griegas, donde te expliqué qué significaba horror vacui ante El descendimiento de Van der Weyden, o que las esculturas originalmente eran de colores. Hace cinco años. (Y quedarme en el suelo hablando de que estaba escondiendo mi propio dolor para no añadir más sufrimiento a mi alrededor, y que me dijesen que aquello era muy noble, lo cual no sólo dudo que lo fuese, sino que probablemente también me ha conducido a ser esta mentira). Si no hubiese acudido un mediodía lluvioso a la comida del Yin Yin, mientras me esperabas en el Botánico, insistiendo en ir a pie y en tu seguridad de que aquellas nubes no iban a descargar por el momento. Si hubiese hecho cualquier otra cosa, no estaría atrapada en el coche llorando, aparcada en el mismo sitio en el que te recuerdo mirándome.

1 comentario:

  1. Me ha gustado más esta entrada que muchas de las has escrito. Me gusta que te hayas atrevido a esto, aunque no conozco la historia de la que hablar. Me gusta cómo eras con 13 años, o al menos lo que intuyo de este texto.

    No estoy de acuerdo en que no te gustes. Yo valoro mucho era intimidad selectiva que tienes, tan diferente a la mía que casi le cuento mi vida al primero que pasa. Para mí cada uno de tus actos y tus elecciones tiene mucho valor, pues lo meditas y lo seleccionar con cuidado. Te entregas sólo a quien quieres, mientras que yo me voy regalando a todo el que conozco, y hablo con todo el mundo y a todo el mundo le cuento cosas de mí (también tengo niveles de confianza, y cuento distintas cosas, las más íntimas sólo a unos pocos... pero al final de un modo u otro acabo dando casi todo de mí a todo el mundo, ya me conoces).
    Creo que eres mucho más madura que yo, en prácticamente todo. A veces pienso que tus dificiltades para relacionarte con la gente son más imaginarias que otra cosa, porque yo creo que todo el mundo te coge cariño enseguida, surtes ese efecto.

    Debes gustarte más, por lo menoos tanto como nos gustas a los demás (todos tenemos fallos y necesitamos mejorar, pero tú misma me dijiste que debía ser menos dura conmigo misma... pues lo mismo te digo yo: date oportunidad de mejorar, y no seas tan dura).

    Besos.

    ResponderEliminar